domingo, 13 de junio de 2010

EL MUNDO DE LAS PUERTAS

Por: Carlo Mantiz

Para salir al otro lado del túnel, mientras se caminaba por él, había que toparse con infinidad de puertas, algunas de apariencia muy siniestra y otras llenas de embelecos, muy al estilo de lo descrito en el Lobo Estepario como una de sus oníricas experiencias. Puertas marcadas con distintos rótulos. Las había para todo tipo de gustos, y traspasándolas, fácilmente, podía uno perderse en los singulares mundos que cualquiera de ellas ofreciera. las distracciones y las tentaciones eran tantas y tan sugestivas que substraerse de su encanto era asunto harto difícil, cuando no imposible...sobre todo para espíritus pusilánimes y mentecatos.

La puerta rotulada carne ofrecía a granel toda la imaginable posibilidad del amor erótico, de la ilusoria pornografía y de las más sofisticadas perversiones sexuales…era una puerta muy solicitada en todo los tiempos, en especial los modernos. Cuando infinidad de seres del mundo humano, enajenados en su percepción, y victimas cotidianas de unos massmediaperversamente erotizados, traspasaban ansiosos, con regular frecuencia, su lúbrico dintel.

Otra puerta, marcada como realidades no-ordinarias, era sumamente atractiva; había efluvios de mil olores hipnóticos, miles de posibilidades para recrear cualquier ritual extático, bajo los efectos de enésimas sustancias psicoactivas, una muestra enciclopédica de la inmensa farmacopea acopiada por la especie humana a través de su historia…allí podía justificarse su uso mediante prácticas esotéricas, chamanísticas o pseudo místicas y religiosas si se quería. Un fascinante sitio, de sumo atractivo, para amantes de la nigromancia, tristes ocultistas y magos blancos o negros... para todos los falsos demiurgos de cualquier jaez...y cosa curiosa, había largas colas de gentes aguardando entrar por esa puerta.

Una siguiente puerta rezaba fanatismo, seguida de otras con infinidad de rótulos todos terminados en ismo…era el pasillo de los sitios más enredados, donde más fácilmente solía perderse la gente…en parte porque frente a cada una de ellas había una buena cantidad de proselitistas motivando a la gente a ingresar, mefistofélica y mistificadoramente vendiendo su engaño.

Cierta puerta cuyo rotulo rezaba sociedades secretas, contaba con no pocos aspirantes, aunque, en relación al resto de aspirantes a las demás puertas, si eran muy pocos los que lograban entrar…pues tras ella habia unos selectores que tan solo permitían paso a los que eran, o parecían, poderosos; a gentes con aires de acaudalados, o con cara de privilegiados y miembros de las elites social y política…quien allí entraba, no volvía a salir por voluntad propia, pues veía su libertad inmediatamente coartada al ingresar ya que automáticamente se dinamizaban una serie de fuerzas coercitivas que no siempre resultaban comprensibles para la razón, y menos evidentes al ojo vulgar del hombre de a pie: solo los iniciados podían tratar de comprenderlo.

De hecho, de manera general, entrar por cualquier puerta implicaba subordinar el libre albedrío; verse sujeto al vaivén de fuerzas e intereses creados muchas veces ininteligibles e implacables pues pronto subyugaban la voluntad de quienes osaban entrar en sus dominios…

Sin embargo, la gente entraba por cada puerta siguiendo su propios instintos, debilidades o tendencias…en la mayoría de los casos era así, aunque hubiese puertas con un atractivo engañoso (y no eran pocas…) que contenían cosas distintas a la descripta en su rotulo, y podían convertirse en francas pesadillas para sus ingenuos usuarios…la influencia de los coercitivos (personajes comprometidos por intereses particulares con cualquiera de estas puertas), eran muy incisivos a la hora de motivar con ofertas artificiosas a los incautos peregrinos…por otra parte, a la gente casi siempre se le olvidaba que debía pagar por la satisfacción de cualquier anhelo o esperanza, pues en esta vida nada resultaba gratis.

A veces el precio era muy alto: la vida misma. cuando menos, la locura; una terrible y degradante enfermedad; una perpetua y cruel tortura mental; la perdida de la libertad; ser víctima de la injusticia más abyecta…en realidad, pocas de esas ofertas compensaban su valor real, muchas eran solo espejismos, con el esfuerzo inicuo que realizaba la mayoría para conseguirlas.

la búsqueda de paraísos artificiales consumía inicuamente la vida de cientos de millones de seres, que vivían enajenados del resto del mundo circundante, en una vivencia muy personal y totalmente ajena a la influencia directa de su entorno…ilusoriamente ajenos a los arteros manejos que ciertos inescrupulosos manipuladores hacen del mundo…sin por ello librarse de tristes consecuencias.

Una inconmensurable cantidad de gente terminaba sus vidas tras la cuestionable oferta de esa puertas…los pocos que lograban salir de esos submundos y regresar al túnel, lo hacían, cuando menos, muy marcados, bastantes deshechos…y en sus rostros y almas se reflejaban las huellas de sus sufrimientos.

Una gran parte de ellos se tornaba en conversos dogmáticos e inquisidores; otros en simples descreídos, ateos e impíos. Su dolor, al pagar el precio de sus deseos, les había adormecido la sensibilidad ingenua y primitiva que otrora les incitara a traspasar el dintel de una de esas funestas puertas. Semejaban creaturas catalépticas, mentalmente hablando, y su discurso estaba plagado de reconvenciones, advertencias, resentimientos y frustraciones. No pocos terminaban por pasar directo a la puerta rotulada “purgas. Sencillamente se eliminaba por el color de la piel, por el cariz de la ideología, por las creencias religiosas, por una diferente forma o costumbre de vida…en fin, por cualquier cosa...

Casi al final del túnel, tras miles de años de recorrido, se habían cerrado algunas puertas de manera definitiva, y sobre ellas rezaba una expresa y perentoria recomendación a abstenerse de entrar so pena de los más terribles castigos. Eran muchísimos los que por allí se habían perdido…sin embargo, aun así, no era raro encontrar a uno que otro distraído, o necio inveterado, husmeando ávidamente, merodeando confundido, tratando de transgredir la recomendación expresa…

Para los osados y sobrevivientes, pese a tan funestas experiencias, si se animaban a proseguir, hacia el final del túnel y quizá al final de los tiempos, podían encontrar otras puertas, algo distintas en su apariencia, eso sí muy cálidas y luminosas que insinuaban llamativas ofertas: una decia redencion eterna, otra amor fraterno, otra perfeccion espiritual, otra camino de la verdad, y una más, reconciliacion con papa...pero, oh! triste condición humana, eran muy pocos los que hasta allí llegaban. Lo sórdido siempre era más atractivo.

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