lunes, 30 de agosto de 2010

No. 1 REVELACION

Por: CIENFUEGOS

La palabra, la nota, el trazo. Toda impresión primera de quien observa y plasma. He visto el trazo amable y ácido del poeta, de aquel que imprime brisa o borrasca. Versátil este que brinca sin esfuerzo y logra el perfecto mimetismo. Pero ese que acostumbra grafemar el dolor; pintar tormentas o armonizar el llanto, el chillido; helo allí, instado a plasmar su más febril felicidad y solo vomita ridiculez. Y toda esa amalgama artística se vuelve un gesto bochornoso y circense.

Y vos y yo tan parecidos a ellos ¿Qué otra cosa nos tiñe bien el rostro si no es el sarcasmo, el humor negro y la irreverencia? La candidez, la perfecta mitad ya superada es ficción del impúber. Alguna vez aspiré a princesa de mil trajes, uno tras otro superando en primor al anterior. Veía por entonces más los encajes del vestido que a la mujer. El sueño no ha muerto. Se ha depurado y encontrado en tu traje primero y desnudo el mejor encaje a mi manera. No es el perfume de la flor lo bello; no es el color o su forma. Ingenuo es quien se magnifica con ello. Lo hermoso de ella es lo que la nutre. El agua: hedionda o pura. La tierra: síntesis de mil eras… del estiércol o el animal muerto. La invalidez de mi torpe vista no ha cegado la óptica de mi esencia y por ello, terco, insisto cuando una flor como vos vale la pena... y sin quererlo voy amando, no a la forma ni al bulto que al abrazar idolatro. Por aquello que borroso aun para mí, sé que la nutre.

He ahí la virtud de la flor y de vos: hacer de tan pútridas materias un cabello, alma, hueso, labio, sonrisa y vértigo a mi manera.

XV/X/MMII

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