martes, 6 de julio de 2010

CHARLES BAUDELAIRE: SU MORAL Y SU POSTURA

Por:Cienfuegos
IX/IX/MMII


El siguiente ensayo toma como base de argumento dos textos. El primero es Acusados: Flaubert y Baudelaire . El segundo es la parte introductoria a las Flores del Mal .

Acusados, es la evidencia cabal de cómo era percibida la literatura de Baudelaire hacia la segunda mitad del XIX. Con las primeras líneas se advierte la atmósfera de la cual gozaba el acusado al igual que la fama; odiado por los moralistas y los predicadores de los antiguos y buenos valores, querido por las nuevas mentes y nuevas empresas del alma moderna; ante todo, la muestra casi infame de su andar impermeable al mundo; pero que media de alguna manera como un Abraxas del Demian de Herman Hesse o como un Daimón socrático entre lo humano y lo divino:

"El jueves 20 de agosto de 1857, adornado con la aureola de vampiro pútrido y concupiscente con que lo ha congratulado Le Fígaro por la aparición de las Flores del Mal […] curiosos que han venido a conocer al depravado .

El hecho de haber sido llevado a juicio por atentar contra los valores morales y religiosos, indica el corte, la ruptura de Baudelaire como hombre moderno con la mentalidad y estilo literario y pictórico ya un tanto trajinados tanto para su gusto como para la urgencia del alma moderna y citadina cargada de angustia y nostalgia -Spleen- que constituye el foco principal del hombre de su época que despierta ante el vértigo y la angustia de la industria, la competencia y la inseguridad de ser dueños de algo diferente a la oportunidad que le brinde el espacio social del Estado .

Es de esta manera lógica ver llegar en medio de la sociedad francesa a Baudelaire ante un tribunal, que, como lo indica el propio abogado imperial Ernest Pinar, no es tarea fácil: "Demandar un libro por ofensas a la moral pública es siempre algo delicado. Si la acusación no alcanza su objetivo se fabrica el éxito del autor, casi su pedestal, este sale vencedor, y uno asume respecto a él la apariencia de perseguidor. "

El abogado argumenta que trata de juzgar no al autor sino a la obra; aunque lo segundo que pone de manifiesto es que el acusado carece de escuela: por lo cual solo se debe así mismo. He aquí un rasgo de distinción del hombre moderno: su validez como individualidad, su proyección desamparada. El abogado intenta juzgar el alcance moral de la obra pero le es inevitable hablar del autor, ya que autor y obra son, pese a que es solo la visión desde el punto de vista jurídico, la lógica de la hermenéutica.

Comienza el abogado a mostrar apartes de varios versos. Es bastante diciente lo que refiere frente a un fragmento de la metamorfosis del vampiro:

Cuando hubo succionado de mis huesos la médula
Y muy lánguidamente me volvía hacia ella
A fin de devolverle un beso
Solo vi
Rebosante de pus, un odre pegajoso.


Respecto a ello dice:

"¿De buena fe, creen ustedes que está permitido decirlo todo, pintarlo todo, ponerlo todo al desnudo, con tal de que enseguida se hable de la repugnancia producida por el exceso y se describan las enfermedades que lo castigan?"

Podemos ver aquí que la literatura no solo es juzgada en función de los elementos estéticos; la moral proyectada de una cultura en sus artes constituye un asunto importante como construcción de identidad, es más, como vigilancia de la misma construcción civil que parte de la polis, la ciudad, el ciudadano, todas estas figuras modernas. Hay que tener en cuenta que hasta mitad del XVIII se le otorga a la literatura un acento hedonista o pedagógico - moralista. En León Tolstoy, hombre de segunda mitad del XIX, todavía se puede observar la función pedagógica del arte y la literatura.

Volviendo al caso que nos compete, el abogado señala como ofensas a la moral cristiana Las Letanías de Satán; Abel y Caín; la Negación de San Pedro; el Vino del Asesino; argumenta la descarada forma en la que Baudelaire invoca a Satán en contra de los santos y hace decir al asesino: "que yo como de Dios, me río del diablo y de la Sagrada Cena." - ¿No es acumular excesos de lenguaje que justifican el mandato del juez de instrucción? - Pregunta el abogado.

Con estos pocos apartes quiero dar a entender que la época en la cual escribe Baudelaire se encuentra en el período de transición hacia la modernidad. Por un lado unas publicaciones que llegan a millares de ejemplares, lo cual muestra el respaldo público de la obra, la identidad de sus contemporáneos con las líneas del autor en cuestión y por otro lado la resistencia moral del Estado que trata de controlar lo inevitable: la ascensión del hombre moderno con sus miedos; no amoral sino fabricante de una moral nueva, acorde con el ritmo del mundo; insano oxidado, ardiente en la polución incansable de la industria.

Por ello es bueno decir, partiendo del carácter subjetivo del ensayo, que, en mi concepto, el arte por el arte no es una enunciación objetiva o al menos pertinente. Que algo sea bello sin necesidad de ser útil, como afirma Karl Phillip Morris, es algo dudoso. Si el hombre se atreve a plasmar de alguna manera, es llevado al acto por un impulso vital de expresión. En ese preciso momento ya el acto mismo cobra utilidad: "comunicar" "exportar una emoción"; "importar un juicio". Lo bello o lo feo no cobra un interés primordial en lo subjetivo, pero sí en lo objetivo. Lo bello y lo feo son juicios colectivos que se complejizan precisamente por la coexistencia del hombre en comunidad.

En el juicio de Baudelaire encontramos el debate completo y claro. Por un lado una comunidad que lo apoya con la compra y por ende el fomento de un mercado editorial exitoso; otro elemento de la modernidad. Por otro un Estado que lo juzga para mantener la vigilancia de la moral. Lo que para el segundo es feo, excesivo y amoral, para el primero es bello, pertinente y consecuente con el sentimiento del hombre moderno.

La moral, lo bello, lo útil no son instituciones ni banderas de gremios como bien lo hace saber Ernesto Sábato en su obra ‘El Túnel’, al mostrar una repelencia contundente a agremiarse para hacerse cómplice de elogios y discursos de lo bueno y lo malo; lo bello y lo horrible lo correcto y lo incorrecto.

Pienso que esa es la principal característica de la obra de Baudelaire: el rompimiento con el esquema clásico, su no-agremiación, su no-participación a una escuela o estilo.

Pero veamos lo que argumenta la defensa ya para terminar. Gustave Chaix, argumenta un punto que ya la parte acusadora había señalado y no solo establece la reflexión sobre lo útil y lo bello sino que lo hace trascender como punto valido moral y jurídico:

"En primer lugar, el poeta los pone en guardia mediante su titulo. Que está allí disfrutando de un protagonismo especial, para anunciar la naturaleza y el género de la obra, es el mal lo que va enseñarles, la flora de los lugares malsanos, los frutos de lo vegetales venenosos - se lo dice a ustedes el titulo del mismo modo que el titulo infierno en la obra de Dante - pero va a mostrarles eso para condenarlo, para inspirarles horror hacia él, para inspirarles odio y repugnancia" .

Luego la defensa argumenta la honestidad del poeta al prevenir en el epígrafe al lector con el siguiente verso:

Se dice que hay que verter las cosas execrables
En los pozos del olvido y en el sepulcro encerradas
Y que resucitados por los escritos del mal
Infectará las costumbres de la posteridad
Pero el vicio no tiene por madre la ciencia
Y la virtud no es hija de la ignorancia.


El abogado reconoce como la contra parte que ninguno goza de juicios de crítica literaria por lo cual no hay que ver la forma sino el fondo, esto involucra no caer en el juego de las exageraciones que sugiere el abogado acusador, sino obviar ello para llegar al fondo de la intención de poeta:

"pintar el vicio, pero pintarlo con violentos colores - yo diría si así lo prefieren bajo un exagerado colorido - para hacer resaltar mejor lo que encierra de odioso y de repugnante."

Creo que por lo demás, solo lo podía ganar la parte que más prevaleciera social y moralmente en ese momento. Era imposible ganar un juicio como embrión moderno. No era tolerable semejante arrojo literario en aquella época. Primero Baudelaire fue absuelto del cargo de ofensa a la moral religiosa y se le culpó de ofensa a la moral pública y las buenas costumbres. Baudelaire tuvo que pagar 300 francos de multa y los editores 100 francos. Ordena la supresión de las piezas que llevan los números 20, 30, 80, 81, 81 de la compilación. Esto muestra que el Estado prevalece como institución política y jurídica ordenadora de la moral civil (este es un importantísimo signo de modernidad, el fallo del tribunal) sobre la moral religiosa.

De esta manera veo que la defensa hizo un legítimo planteamiento, por lo menos respecto a mi postura, me permite mostrar que un mismo hecho visto desde dos puntos puede ser tomado para el caso como amoral, o moralista; como inspirador de mal o como elevador de la virtud mediante la contemplación algo exagerada de las dolencias de este hombre y mujer paridos por la modernidad.

Sin embargo como buen decadente, Baudelaire sabe que su lugar en el mundo es un fuerte estorbo a la moral y el andar placentero del hombre que solo ve el gusto en lo bello. Así no lo hace saber en su poema ‘Bendición’:

Cuando por un decreto de la deidad suprema,
el poeta aparece en el mundo aburrido,
Su madre abre el infierno de su boca blasfema
Y grita a Dios, que la oye gritar compadecido:

"¡ Ah! ¿Por qué no he parido un hato de escorpiones
Antes que en tal miseria dejar me sucesión?
¡Yo maldigo la noche de vagas convulsiones
En que engendró mi vientre mi propia expiación!

[…] Y en el vino y en el pan que ha de gustar su boca
Echa el vulgo cenizas y asquerosa saliva;
Y con hipocresía rechaza lo que él toca
Y en las sendas, las huellas de sus pasos esquiva.


La objetividad sola es el acuerdo entre las miles de subjetividades de una sociedad; el arte es expresión. El Arte por arte es la manifestación de la trascendencia de la expresión humana sobre la regla y la manifestación de la intrascendencia de los juicios sociales sobre el arte. Esto, escapa a cualquier censura y aun así, censurarlo solo lograría el efecto contrario… solo, se puede dejar que sea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario